Lo que pasa de mano en mano: la transmisión cultural como columna vertebral de la identidad
- Nayo del Valle
- hace 4 días
- 4 Min. de lectura
La cultura no se hereda por decreto: se hereda por experiencia
La transmisión cultural es uno de los procesos más delicados, profundos y determinantes de cualquier sociedad. No ocurre en documentos oficiales ni en discursos institucionales; ocurre en la vida cotidiana, en los espacios donde las generaciones conviven, observan, aprenden y reinterpretan lo que recibieron.
La cultura no se enseña como una lección: se transmite como una vivencia.
Se transmite cuando un niño observa a un adulto realizar un oficio, cuando una abuela comparte una receta, cuando una comunidad repite un ritual, cuando una familia explica el porqué de una tradición, cuando un joven decide recuperar una práctica casi perdida.
La transmisión cultural es, en esencia, una forma de afecto social.
Tres formas de transmisión: directa, indirecta y simbólica
La cultura se transmite de múltiples maneras, pero existen tres formas principales que permiten comprender el proceso de manera integral.
1. Transmisión directa
Ocurre cuando una práctica se enseña intencionalmente: un oficio, una técnica, un instrumento, una danza, una forma de sembrar, una forma de cocinar.
Es un acto de enseñanza explícita.Una transferencia consciente.
2. Transmisión indirecta
Es la que ocurre sin que nadie la planifique: la forma de saludar, el tono con que se habla, las palabras que se usan,los gestos que se repiten, las lógicas de convivencia.
Es la cultura que respiramos sin darnos cuenta.
3. Transmisión simbólica
Una de las más complejas: valores, convicciones, percepción del tiempo, vínculos con el territorio, formas de interpretar la vida, rituales cotidianos.
Es la cultura profunda.
La que sostiene el tejido emocional de una comunidad.
Comprender estas tres modalidades es comprender cómo un país se reproduce culturalmente.
Lo que se transmite no es solo contenido: es sentido
Cuando una generación transmite cultura, no entrega únicamente conocimientos. Entrega un marco interpretativo: una forma de darle sentido al mundo.
Un ejemplo sencillo: una danza tradicional no se aprende solo como una secuencia de movimientos. Se aprende como una manera de entender la relación con la comunidad, con el territorio, con la celebración, con la historia.
Una receta no es solo técnica: es memoria. Un oficio no es solo habilidad: es identidad. Un ritual no es solo práctica: es continuidad.
La transmisión cultural siempre lleva consigo una pregunta fundamental:¿por qué hacemos esto así?
Y es esa pregunta la que fortalece la identidad colectiva.
La fragilidad de la transmisión cultural
Lo que se transmite puede perderse.Y una vez que se pierde, no siempre puede recuperarse.
Las prácticas culturales pueden desaparecer por múltiples razones:
migración,
pobreza,
abandono territorial,
discriminación,
falta de relevo generacional,
cambios en la economía local,
desinterés institucional,
crisis comunitarias.
La transmisión cultural es frágil porque depende de personas concretas.Cuando una generación deja de practicar una tradición, la cadena se rompe.
Por eso estudiarla y documentarla no es una actividad simbólica, sino un acto de preservación.
La transmisión cultural como resistencia
Hay comunidades que han mantenido vivas sus prácticas durante siglos, incluso frente a adversidades, desplazamientos o presiones externas.Esa continuidad no es casualidad: es una forma de resistencia.
Resistencia frente al olvido,resistencia frente a la homogeneización,resistencia frente a la pérdida del territorio,resistencia frente a narrativas que intentaron borrar identidades locales.
Transmitir cultura también es una manera de afirmar existencia.De decir: “Seguimos aquí”.
La reinvención: cuando las nuevas generaciones toman la posta
Ninguna transmisión cultural es idéntica a la anterior.Cada generación interpreta, adapta, transforma y resignifica lo que recibe.
Lo que para los abuelos era una necesidad,para los nietos puede ser una expresión artística.
Lo que para un pueblo era una técnica de supervivencia,para la generación actual puede convertirse en patrimonio estético.
La transmisión cultural no es un espejo; es un proceso creativo.
Las nuevas generaciones no traicionan la tradición cuando la reinterpretan:la mantienen viva.
El papel de la familia en la continuidad cultural
Las familias son el núcleo de la transmisión cultural.No importa si viven en áreas rurales o urbanas, si mantienen oficios tradicionales o si han migrado.La familia es el primer espacio donde se aprende:
cómo se habla,
cómo se celebra,
cómo se cocina,
cómo se organiza la vida,
qué se recuerda,
qué se honra,
qué se respeta.
La identidad cultural comienza en la mesa familiar, en el patio, en la cocina, en las conversaciones nocturnas, en lo que se repite todos los días.
Las familias no solo transmiten tradiciones: transmiten territorio simbólico.
La escuela como puente y no como reemplazo
Las instituciones educativas tienen un papel fundamental: no reemplazan la transmisión cultural comunitaria, pero sí pueden fortalecerla.
Una escuela que reconoce las prácticas locales, que invita a los estudiantes a investigar su propio territorio, que valida los oficios y saberes ancestrales, que integra la cultura viva en su currículum, es una escuela que conecta a las nuevas generaciones con sus raíces.
La educación cultural no es folclor: es ciudadanía profunda.
La transmisión cultural en tiempos de cambio acelerado
Vivimos en un periodo donde la velocidad transforma la manera en que las sociedades interactúan con su propia tradición. La globalización, el acceso a la información, la tecnología digital y las nuevas formas de entretenimiento han modificado la forma en que la cultura se expresa.
Pero la transmisión cultural no desaparece. Cambia de forma.
Se abre camino en nuevos formatos: videos, música híbrida, diseño contemporáneo, arte urbano, plataformas digitales, proyectos interdisciplinarios, redes de jóvenes creadores.
La tradición no compite con la modernidad: convive con ella.
Lo que permanece en movimiento
La transmisión cultural es un río continuo. Fluye, se adapta, se bifurca, se acelera y a veces parece detenerse, pero siempre vuelve a avanzar. Es el mecanismo principal mediante el cual un país conserva su identidad mientras construye su futuro.
Este artículo recuerda que la cultura está viva porque hay personas que la sostienen, la practican, la enseñan y la transforman.
Personas que, sin saberlo, participan en uno de los procesos más importantes de la vida colectiva: garantizar que lo que somos llegue intacto, aunque renovado, a quienes aún no han nacido.

Articulo: Lo que pasa de mano en mano: la transmisión cultural como columna vertebral de la identidad.
Escrito por: Bernardo del Valle Pedroso





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